Este artículo expresa las razones por las que la Constitución adolece de defectos que hacen necesario derogarla. Muchas de sus disposiciones, cargadas ideológicamente, han supuesto a lo largo de los últimos 30 años un límite para muchas reformas necesarias y urgentes. Nos encontramos en una encrucijada histórica. Como muchos países en uno u otro momento de su historia moderna, las instituciones políticas y de gobierno han caído en un grave desprestigio. El Proceso Constituyente, y una nueva Constitución, ciudadana, democrática y con la que la población se sienta identificada, es una oportunidad para la recuperación de nuestra institucionalidad.